La Plata, Bs. As.
SEXO Y PAREJA
Adicción al sexo: una dura realidad difícil de superar
14 de Noviembre de 2015 | 02:13
La película “Shame” (Steve Mcqueen, 2011) fue el punto de partida para que este historiador de arte comenzase a plantearse la idea de indagar sobre el proceso que experimenta un individuo para volverse adicto al sexo y cómo repercute en su vida.
Al filme siguió un reportaje en un diario de tirada nacional en el que el psicólogo clínico Xavier Pujols, colaborador después de su libro, trataba este tema. A partir de ahí, las piezas encajaron para que naciese “Adictos a las sombras”.
“Soy sincero, me metí en el proyecto sin saber muy bien cómo, pero tuve la intuición de que era un tema del que había que hablar, porque hasta hoy no se ha tratado, sigue siendo incómodo”, reconoce De la Torre.
Un componente adictivo
La crisis de la mediana edad, problemas en el trabajo, estrés o traumas infantiles, dolor o falta de autoestima son algunas de las situaciones que los protagonistas de estas historias describen como detonantes de su adicción al sexo. Como señala el autor del libro, “las causas son muy variadas y no siempre fáciles de rastrear”.
Aunque se superase la adicción, el sexo continuaría presente en la vida del individuo porque forma parte de su condición. “No podemos escapar de él, sea cual sea el tipo de sociedad en el que vivimos”, comenta De la Torre, a diferencia de alcohol o drogas, adicciones más cerradas en sí mismas.
Además, añade el autor, el sexo está cargado de simbolismo. “De lo que fue en un principio un mero instinto destinado a la procreación hemos creado algo de naturaleza diferente; lo hemos disfrazado creando un fetiche, un instrumento estético de seducción y de poder que nos obsesiona”.
Otro punto, muy presente en el libro, es Internet. De hecho, alguno de los entrevistados solo materializa su adicción en el consumo obsesivo de contenidos pornográficos de la red.
De la Torre tiene claro que el control de los contenidos online es muy difícil y que la libertad “prima siempre”, si bien pondría precauciones en el acceso de los menores.
Eso sí, hay algo que tiene muy claro: “Perseguiría implacablemente y con penas muy duras a los individuos que trafiquen con cualquier tipo de contenido en la red que suponga actividades criminales, como el abuso de menores o actividades sexuales no consentidas”.
El atractivo del libro “Adictos a las sombras” reside, sobre todo, en la primera mitad de la obra, escrita en formato pregunta-respuesta con las conversaciones reales entre el autor y los diferentes perfiles adictos.
ANGUSTIA Y ARREPENTIMIENTO
A través de las cien páginas de entrevistas se palpan la desesperación, la angustia e incluso el arrepentimiento de los entrevistados que se sientan con De la Torre a enfrentarse a una realidad difícil de asumir.
“Mi mente me tortura y me dice “¿cómo puedes estar tan tranquilo, haciendo vida normal, cuando has visto eso, desgraciado?”. Esta cita pertenece a uno de los momentos más duros que el lector puede experimentar y que el propio autor reconoce. Es el más joven, que consumía pornografía en la que se abusaba de menores.
“Por una parte te repele todo lo que significa esa forma de la adicción, básicamente porque, aunque él no cometiese el delito directamente, supone un abuso de menores. Por otra, eres testigo de la lucha interna que ese chico ha sufrido, de su desprecio hacia sí mismo, de sus ganas de acabar con todo aquello, y no puedes más que sentir compasión por él.”, explica el autor ante este hecho.
Preguntamos al autor si asumiría el reto de realizar entrevistas similares a mujeres, puesto que la única que hay en el libro era pareja de un adicto. Aunque considera que sería más difícil conseguir esos testimonios, le parece un reto interesante:
“Los problemas derivados de una sexualidad desorientada en la mujer son más intrincados, aunque pueden implicar un sufrimiento igual o incluso mayor que en hombres”, afirma.
De la Torre se muestra agradecido a esos hombres que, frente a él, describieron el pozo en el que se hallaron. “No escondían nada, no me hablaban a mí, se hablaban a ellos mismos. Lo hicieron para que gente que no conocerían nunca no pasaran por lo mismo que habían pasado -o estaban pasando- ellos”. Y a ellos también va dirigido este libro.
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