lunes, 10 de mayo de 2010

Entrevista a Ana García-Arroyo, autora de Historia de las mujeres de la India y Orissa. Templos y tribus

La revista literaria Literata entrevista en su último número a la autora Ana García-Arroyo, con motivo de la publicación de su ensayo Historia de las mujeres de la India.





Más de 600
millones de voces

Ana García-Arroyo nace en San Sebastián, vive en Barcelona y ama la India. Especializada en Culturas postcoloniales, es estudiosa de esta civilización a lo largo de veinte años de trabajo y una gran cantidad de viajes que le han permitido vivir esa vida muy de cerca. Es también profesora de Literatura Inglesa en la Universidad Rovira i Virgili, traductora de obras indias inéditas en España y escritora de ficción. Editorial Laertes acaba de publicar su nuevo ensayo, Historia de las mujeres de la India, un libro que rompe tópicos, abre fronteras y da voz a la diversidad cultural. ¡No se la pierdan!


Culturas postcoloniales ¿Qué significan estos términos en el ámbito de la literatura?

El término postcolonial es complejo y ambiguo. Existe toda una teoría postcolonial. De forma sencilla se explica diciendo que las antiguas colonias de los grandes imperios, como el británico, generalmente tras su independencia, comienzan a re-escribir, a crear su propia literatura, su propia historia; contestando, de este modo, a todas las barbaridades discursivas utilizadas por el imperio para dominar y justifi car el objeto de conquista. Cuando se narra desde la posición hegemónica del imperio se construye una imagen de los indios peyorativa. Los indios son afeminados, débiles, bárbaros, poco racionales e incapaces de gobernarse. Todo este discurso falso se construye para conquistar. La labor de la literatura postcolonial / autóctona y la de las personas que la estudiamos, es precisamente deconstruir todo esto. Y no olviden que la posición determina el punto de vista, sin duda.

¿Por qué la India y por qué las mujeres?

Precisamente por lo que he dicho arriba. India es una enriquecedora civilización todavía por conocer. En España se sabe muy poco y en muchos casos todavía sigue nutriéndose de ese discurso colonial. Así continúan acentuándose los estereotipos y las representaciones erróneas, por ejemplo, sobre la mujer, defi niéndola como pobre, sumisa, esclava de su marido, o frívola estrella de Bollywood. ¿Pero quién, en realidad se aviene a creer que más de 600 millones de mujeres se acerquen mínimamente a estos parámetros tan mezquinamente simplificados? Cuando algunos mencionan las cuarenta mil mujeres dalits que todavía recogen excrementos, respondo, que sí; que es una de las paradojas de India. Y que para mí es igual de brutal que aquí, en este país, supuestamente avanzado, mueran alrededor de 80 mujeres al año víctimas de malos tratos. Algo ocurre, pues, ¿no?

En tu libro abarcas la trayectoria de la mujer india desde la antigüedad hasta la actualidad ¿Con qué palabras definirías ese proceso?

Mi humilde deseo ha sido realizar lo que se podría llamar un acto de ética representativa, estudiando la diversidad idiosincrásica de las mujeres de India. El ensayo demuestra cómo las mujeres indias han participado en los quehaceres culturales, en los procesos históricos, en los movimientos políticos, en las subversiones artísticas, en los encuentros filosóficos y en los estados elevados de divinidad; a lo largo de toda la historia.

¿Con qué ojos miras a la India desde tu perspectiva de mujer occidental?

La cuestión es que soy una persona que vive precisamente entre esas dos culturas, el Ganges y el Mediterráneo, como metáfora de India e Iberia. Y por lo tanto dialogando y enriqueciéndome con lo mejor de ambas. El diálogo está presente en todo mi trabajo, a nivel personal y como estudiosa y escritora. Siempre siento ese deseo por llegar al corazón donde las personas de dos culturas distintas se encuentran, donde con humildad y sinceridad indagan sobre las cosas que nos afectan, para descubrir mutuamente que estamos siempre tocando límites y que nos necesitamos. No existe Oriente y Occidente. Estos son muros que la mente humana se empeña en construir. Yo me dedico a crear puentes que nos acerquen unos a otros, en mi caso a través de la literatura.

¿Qué autoras y autores del panorama actual de las letras indias crees que mejor reflejan esa cultura?

Hay muchos/as. Una de mis favoritas es Arundhati Roy con su novela El dios de las pequeñas cosas; también sus brillantes ensayos. Es simplemente extraordinaria en forma y contenido.

¿Cuál es tu opinión sobre el cine de directoras indias como Deepa Mehta y sus tan exitosas películas, como Fuego (1996) y Agua (2005)?

Mehta en estas películas ataca el discurso brahmánico que siempre ha castrado a la mujer india, generalmente a la de las castas más altas. El hinduismo no es una religión en sí sino un conjunto de cultos religiosos que pueden ser muy antagónicos y diversos. De ahí que el bramanismo al imponer su poder en determinados sectores deje sus constricciones, las cuales Mehta contesta artísticamente. Para personas que habitualmente no leen ensayos

¿Cuál crees que es el mejor argumento para acercarse a este tipo de obras?

El querer aprender. Mi trabajo siempre está escrito para todo tipo de público. No se necesita ser experto. De ahí que si realmente queremos aprender más, sobre India, por ejemplo, sobre sus mujeres en este caso, si queremos ir más allá de lo que dice el vox populi de los programas sensacionalistas de TV, debemos no tenerle miedo a la lectura, debemos realmente desear conocer y entender al otro/a. Esta es una de las formas que la población civil tiene para iniciarse en ese diálogo, en ese viaje al corazón del que se presenta como diferente. A pesar o justamente por eso, tu arduo trabajo de investigación te deja tiempo para la ficción.

¿Cuál tu próximo proyecto?

He terminado una novela, encantadoramente viajera, que sé que va a deleitar al público en general. Espero que pronto alguna editorial se anime a publicarla. Oriente y Occidente

¿Cómo ve Ana Garcia-Arroyo el futuro de esas líneas divisorias?

No existe Oriente y Occidente tal cual. Estos son muros que la mente humana se empeña o le interesa construir. Yo me dedico a crear puentes. No muros. Puentes que nos acerquen unos a otros, en mi caso a través de la literatura, bien sea ensayística, de ficción o poética.

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