lunes, 10 de junio de 2013

Andreu Nin

“La memoria presente. Andreu Nin en el Parlament”, 

por Pepe Gutiérrez





















Andreu Nin será objeto de un homenaje en el Parlament catalán. Será un acto singular para un representante de la izquierda revolucionaria en nuestra historia. Será el próximo lunes 17 de junio a las 18 horas, Contará con la participación de portavoces de partidos parlamentarios y extraparlamentarios, de los sindicatos, de ayuntamientos, revistas y entidades, por supuesto IA (Jaime Pastor), Revolta Global (Andreu Coll) y Viento Sur (Marti Caussá). Algunos vienen desde diferentes puntos de España. La presentación la hará M.ª Teresa Carbonell, presidenta de la FAN y Pelai Pagés evocará la vida de un hombre que luchó al servicio de la clase obrera.

Un hombre que fue federalista, socialista internacionalista durante la “Gran Guerra”, dirigente de la CNT en los años del pistolerismo patronal, uno de los dirigentes de la Internacional Sindical Roja y del PCUS de Moscú, miembro destacado de la oposición de izquierdas llamada trotskista, principal líder de la ICE, secretario del POUM, autor y traductor reconocido en castellano y catalán y que, cuando fue asesinado, nunca había ganado más que un trabajador cualquiera.


El día antes, tendrá lugar un acto en el cementerio de Vendrell para enterrar las cenizas de su compañera, Olga Tereeva, militante bolchevique que dispuso esto en su testamento. Se cantará “La Internacional” y sonará la música de Pau Casals, su amigo de la infancia y que llamaba a Nin “Andreunet”.

Se conmemora el aniversario (con un día de adelanto) de la desaparición de Nin, el 17 de junio de 1937, mientras la prensa estalinista lo acusaba de estar en “Salamanca o en Berlín”, una de la mayores ignominia anticomunistas jamás vertidas contra un hombre que dedicó su vida a la clase obrera. El hecho de que este gesto excepcional, que no se ha hecho por ningún otro líder de la izquierda social, se haya preparado con la complicidad activa de los cuatro grupos parlamentarios, incluyendo el de los herederos del PSUC, es seguramente más emblemático de lo que ahora nos pueda parecer. Su artífice ha sido David Compayon, diputado por EUiA y militante del POR.

Este acto representa un cierto broche final a una larga batalla que se inició justamente el 16 de junio de 1937, y que prosiguió con el POUM en la clandestinidad y en el exilio. Durante las primeras décadas de la guerra fría, el “caso Nin” apenas si daba para alguna nota a pie de página. No sería hasta la segunda mitad de los años sesenta, cuando la crisis del estalinismo conllevó el “deshielo” de las heterodoxias apartadas de la historia, que se volvió a hablar de Nin. Lo hizo una nueva hornada de historiadores (Broué, Peirats, Rama, Bolloten) que desenterraron de los escombros la revolución social, sin la cual no se podía comprender lo que significó la II República y la guerra. A continuación, Nin comenzó a ser estudiados y editado.

Resulta bastante simbólico que la primera recopilación de sus escritos viniera de la mano de su compañero más próximo, Juan Andrade, que en su prólogo a “Los problemas de la revolución española”, atendía en detalle su vida y su obra. No careció de simbolismo que el sello editorial fuese el de Ruedo Ibérico. También lo tuvo la reedición de “Els movimients d´emancipació nacional” (la original de Proa databa de 1935), con una amplia introducción de Wilebaldo Solano que fue seguramente la primera biografía escrita sobre Nin. En 1975, Pelai Pagès pudo publicar “Andreu Nin: su evolución política (1911-1937)”, en la popular ZYX; después el propio Pelai colaboró con la editorial Fontamara en la edición más extensa de la obra de Nin que se haya publicado hasta el momento. La “cuestión Nin” dio lugar a una de las controversias históricas de la Transición: en un contexto de desintegración del estalinismo, la LCR, aprovechando las tribunas de los congresos del PCE y del PSUC, exigió una aclaración y una disculpa pública por parte de estos partidos. Solamente lo acabaría haciendo el PSUC a través de su secretario general, Rafael Ribó.

Este combate lo había iniciado el POUM desde el exilio, pero el partido desapareció como tal al borde de los ochenta. Entonces la LCR desarrolló una nueva lectura de la historia del POUM, encontrando que Trotsky se había equivocado gravemente. La revisión se realizó desde las páginas del “Combate” y de “Inprecor” y tuvo un momento señalado en el “dossier” aparecido en el “Combate 392” del 4 de octubre de 1985, que conmemoraba el 50 aniversario de la creación del partido de Nin y Maurín, y lo hacía con el titular “Nuestro antepasado”; en otra ocasión se hablabade “El POUM, nuestro partido”. Se cerraban décadas de desencuentro. No significaba ni mucho menos que se cerrara el debate, en particular sobre temas tan discutibles como la participación de Nin en la Generalitat como Conseller de Justicia, pero la crítica se hacía sin dejar de reconocer que Nin había sido un revolucionario integral, amén de uno de los marxistas más preparados y creativos de un movimiento obrero cuyo alcance militante no estuvo correspondido por una capacidad programática y analítica a la altura de las circunstancias.

Había llovido mucho desde que los veteranos de la LCR aceptaron que los escritos de Trotsky sobre España eran la “última palabra”. Por entonces, la guerra aparecía como cosa más lejana que ahora. Aprendimos que el “Viejo” se equivocó más de una vez, como todos los clásicos, y que no lo teníamos que leer de rodillas, como todavía hacen algunos. Tuvimos la oportunidad preciosa de entablar unas calurosas relaciones con los Andrade, Solano, Rodríguez, Etchébehere, en París, y después, con su regreso, ya en directo, en una relación estrecha y fluida. La historia se hizo más reconocible gracias a la abundancia bibliográfica. Así, por citar un ejemplo, los que leímos al Joaquín Maurín de “Revolución y contrarrevolución en España” (Ruedo Ibérico, 1966), supimos algo que Trotsky no supo: que el Maurín de la Alianza Obrera era muy diferente al de 1930. También aprendimos por nosotros y por experiencias en otros lugares, que no se creaba un partido revolucionario al margen de las circunstancias y que los programas no vivían fuera del campo verde de la vida.

Personalmente creo que este encuentro (que tuvo sus paralelismos en otros grupos de la misma procedencia cuartista), fue determinante para la creación en la segunda mitad de los años ochenta, de la Fundación Andreu Nin en Madrid y Barcelona. Era la época de la “perestroika”, del capítulo final del declive del estalinismo, y el tema Nin volvió a resonar con fuerza. Después de un paréntesis consecuencia del apogeo de la llamada “revolución conservadora”, la Fundación volvió a remontar el vuelo con el apoyo indiscutible de películas como “Tierra y Libertad”, de Ken Loach, y de “Operació Nikolai”, el documental de investigación de TV3 que abrió camino para muchos otros. Resurgía como parte de la memoria revolucionaria integrada en el movimiento más general de la memoria histórica.

Desde entonces, Nin ha vuelto a las librerías con sus obras, pero también con la puesta al día de la biografía que Pelai Pagès ha editado en Laertes en catalán y en castellano. Y también han aparecido obras y biografías de Maurín, la antología de Andrade, etc. En este etcétera se inscriben las obras de mujeres como la judía argentina Mika Etchébehere (cuyas aventuras han sido novelas por Elena Osorio), de Mary Nash, de M.ª Teresa García Banús, nuestra abuela poumista. Al mismo tiempo, la Fundación Andreu Nin ha desarrollado una ingente actividad por medio de jornadas y debates en los cuatro puntos cardinales del Estado.


Es este pasado y son estas actividades los que están detrás de un reconocimiento general de la figura de Andreu Nin, que culminará con el homenaje en el Parlament de Catalunya.

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