“La memoria presente. Andreu Nin en el Parlament”,
por Pepe Gutiérrez
Andreu Nin será
objeto de un homenaje en el Parlament catalán. Será un acto singular para un
representante de la izquierda revolucionaria en nuestra historia. Será el
próximo lunes 17 de junio a las 18 horas, Contará con la participación de
portavoces de partidos parlamentarios y extraparlamentarios, de los sindicatos,
de ayuntamientos, revistas y entidades, por supuesto IA (Jaime Pastor), Revolta
Global (Andreu Coll) y Viento Sur (Marti Caussá). Algunos vienen desde
diferentes puntos de España. La presentación la hará M.ª Teresa Carbonell,
presidenta de la FAN
y Pelai Pagés evocará la vida de un hombre que luchó al servicio de la clase
obrera.
Un hombre que fue
federalista, socialista internacionalista durante la “Gran Guerra”, dirigente
de la CNT en los
años del pistolerismo patronal, uno de los dirigentes de la Internacional Sindical
Roja y del PCUS de Moscú, miembro destacado de la oposición de izquierdas
llamada trotskista, principal líder de la ICE , secretario del POUM, autor y traductor
reconocido en castellano y catalán y que, cuando fue asesinado, nunca había
ganado más que un trabajador cualquiera.
El día antes, tendrá
lugar un acto en el cementerio de Vendrell para enterrar las cenizas de su
compañera, Olga Tereeva, militante bolchevique que dispuso esto en su
testamento. Se cantará “La Internacional” y sonará la música de Pau Casals, su
amigo de la infancia y que llamaba a Nin “Andreunet”.
Se conmemora el
aniversario (con un día de adelanto) de la desaparición de Nin, el 17 de junio
de 1937, mientras la prensa estalinista lo acusaba de estar en “Salamanca o
en Berlín”, una de la mayores ignominia anticomunistas jamás vertidas
contra un hombre que dedicó su vida a la clase obrera. El hecho de que este
gesto excepcional, que no se ha hecho por ningún otro líder de la izquierda
social, se haya preparado con la complicidad activa de los cuatro grupos
parlamentarios, incluyendo el de los herederos del PSUC, es seguramente más
emblemático de lo que ahora nos pueda parecer. Su artífice ha sido David
Compayon, diputado por EUiA y militante del POR.
Este acto representa
un cierto broche final a una larga batalla que se inició justamente el 16 de
junio de 1937, y que prosiguió con el POUM en la clandestinidad y en el exilio.
Durante las primeras décadas de la guerra fría, el “caso Nin” apenas si daba
para alguna nota a pie de página. No sería hasta la segunda mitad de los años
sesenta, cuando la crisis del estalinismo conllevó el “deshielo” de las heterodoxias
apartadas de la historia, que se volvió a hablar de Nin. Lo hizo una nueva
hornada de historiadores (Broué, Peirats, Rama, Bolloten) que desenterraron de
los escombros la revolución social, sin la cual no se podía comprender lo que
significó la II República
y la guerra. A continuación, Nin comenzó a ser estudiados y editado.
Resulta bastante
simbólico que la primera recopilación de sus escritos viniera de la mano de su
compañero más próximo, Juan Andrade, que en su prólogo a “Los problemas de
la revolución española”, atendía en detalle su vida y su obra. No careció
de simbolismo que el sello editorial fuese el de Ruedo Ibérico. También lo tuvo
la reedición de “Els movimients d´emancipació nacional” (la original de
Proa databa de 1935), con una amplia introducción de Wilebaldo Solano que fue
seguramente la primera biografía escrita sobre Nin. En 1975, Pelai Pagès pudo
publicar “Andreu Nin: su evolución política (1911-1937)”, en la popular
ZYX; después el propio Pelai colaboró con la editorial Fontamara en la edición
más extensa de la obra de Nin que se haya publicado hasta el momento. La
“cuestión Nin” dio lugar a una de las controversias históricas de la Transición : en un
contexto de desintegración del estalinismo, la LCR , aprovechando las tribunas de los congresos
del PCE y del PSUC, exigió una aclaración y una disculpa pública por parte de
estos partidos. Solamente lo acabaría haciendo el PSUC a través de su
secretario general, Rafael Ribó.
Este combate lo había
iniciado el POUM desde el exilio, pero el partido desapareció como tal al borde
de los ochenta. Entonces la LCR
desarrolló una nueva lectura de la historia del POUM, encontrando que Trotsky
se había equivocado gravemente. La revisión se realizó desde las páginas del “Combate”
y de “Inprecor” y tuvo un momento señalado en el “dossier” aparecido en
el “Combate 392” del 4 de octubre de 1985, que conmemoraba el 50
aniversario de la creación del partido de Nin y Maurín, y lo hacía con el
titular “Nuestro antepasado”; en otra ocasión se hablabade “El POUM,
nuestro partido”. Se cerraban décadas de desencuentro. No significaba ni
mucho menos que se cerrara el debate, en particular sobre temas tan discutibles
como la participación de Nin en la Generalitat como Conseller de Justicia, pero la
crítica se hacía sin dejar de reconocer que Nin había sido un revolucionario
integral, amén de uno de los marxistas más preparados y creativos de un
movimiento obrero cuyo alcance militante no estuvo correspondido por una
capacidad programática y analítica a la altura de las circunstancias.
Había llovido mucho
desde que los veteranos de la LCR
aceptaron que los escritos de Trotsky sobre España eran la “última palabra”.
Por entonces, la guerra aparecía como cosa más lejana que ahora. Aprendimos que
el “Viejo” se equivocó más de una vez, como todos los clásicos, y que no lo
teníamos que leer de rodillas, como todavía hacen algunos. Tuvimos la
oportunidad preciosa de entablar unas calurosas relaciones con los Andrade,
Solano, Rodríguez, Etchébehere, en París, y después, con su regreso, ya en
directo, en una relación estrecha y fluida. La historia se hizo más reconocible
gracias a la abundancia bibliográfica. Así, por citar un ejemplo, los que
leímos al Joaquín Maurín de “Revolución y contrarrevolución en España”
(Ruedo Ibérico, 1966), supimos algo que Trotsky no supo: que el Maurín de la Alianza Obrera era
muy diferente al de 1930. También aprendimos por nosotros y por experiencias en
otros lugares, que no se creaba un partido revolucionario al margen de las
circunstancias y que los programas no vivían fuera del campo verde de la vida.
Personalmente creo
que este encuentro (que tuvo sus paralelismos en otros grupos de la misma
procedencia cuartista), fue determinante para la creación en la segunda mitad
de los años ochenta, de la
Fundación Andreu Nin en Madrid y Barcelona. Era la época de
la “perestroika”, del capítulo final del declive del estalinismo, y el tema Nin
volvió a resonar con fuerza. Después de un paréntesis consecuencia del apogeo
de la llamada “revolución conservadora”, la Fundación volvió a
remontar el vuelo con el apoyo indiscutible de películas como “Tierra y
Libertad”, de Ken Loach, y de “Operació Nikolai”, el documental de
investigación de TV3 que abrió camino para muchos otros. Resurgía como parte de
la memoria revolucionaria integrada en el movimiento más general de la memoria
histórica.
Desde entonces, Nin
ha vuelto a las librerías con sus obras, pero también con la puesta al día de
la biografía que Pelai Pagès ha editado en Laertes en catalán y en castellano.
Y también han aparecido obras y biografías de Maurín, la antología de Andrade,
etc. En este etcétera se inscriben las obras de mujeres como la judía argentina
Mika Etchébehere (cuyas aventuras han sido novelas por Elena Osorio), de Mary
Nash, de M.ª Teresa García Banús, nuestra abuela poumista. Al mismo tiempo, la Fundación Andreu
Nin ha desarrollado una ingente actividad por medio de jornadas y debates en
los cuatro puntos cardinales del Estado.
Es este pasado y son
estas actividades los que están detrás de un reconocimiento general de la
figura de Andreu Nin, que culminará con el homenaje en el Parlament de
Catalunya.
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