jueves, 15 de marzo de 2012

"En busca de la recepta perfecta", una reseña de «De comerse el mundo», de Ángel Martínez Salazar

Esta crónica la firma Pablo Fernández, para El Periódico de Catalunya.


Caviar y hormigas, langosta y rata… Lo que para un occidental provoca dolor de estómago, para un asiático es “bocata di cardinale”.

Gracias a varias novedades literarias, el viajero descubrirá todo un universo de recetas. En la época en que el actor Paco Martínez Soria hacía furor en los cines españoles se decía que a los hombres se les conquistaba por el estómago. Afortunadamente, la sociedad ha cambiado y los roles ya no responden a modelos tan sexistas: en la actualidad ni hombres ni mujeres tienen tiempo de cocinar. Sin embargo, la gastronomía se ha convertido en un fenómeno cultural y económico que acapara titulares en los periódicos y minutos en radio y televisión. El mundo de los viajes no vive ajeno a este boom.

 Antes de coger el avión, el turista del siglo XXI no duda en documentarse convenientemente acerca de la gastronomía de su destino y de los restaurantes que merece la pena visitar. Entre el creciente número de libros que satisfacen por igual a viajeros y gastrónomos destaca el reciente De comerse el mundo, de Ángel Martínez Salazar. Este sorprendente recorrido por la gastronomía del planeta cuenta con una atípica peculiaridad: además de viajar en el espacio, lo hace en el tiempo. El autor reúne de una forma enciclopédica numerosas anécdotas y fragmentos de viajeros del siglo XV al XXI. Al consultar la entrada Venado, por ejemplo, vemos cómo el naturalista español José Longinos Martínez Garrido describe en su Diario de las expediciones a las Californias (1787) la forma en que los indios obtienen este tipo de carne: “La cacería la hacen también disfrazándose como la hembra del venado, con una cabeza que vacían y, pintándose de ceniza, van en los mismos ademanes de comer, reclamando al macho hasta que se acerca a tiro de flecha”. Obviamente, una obra de este tipo recoge innumerables platos exóticos, sorprendentes y algunos… poco apetitosos. “Luego que acampamos a las tres de la tarde, los soldados del real, en los matorrales de él, hicieron una gran cacería de ratas que comieron con deleite”. Así lo consignaba el franciscano Juan Agustín de Morfi en su Viaje de Indias y Diario del Nuevo México (1771).

 Aunque no todo en este libro se limita a rarezas culinarias (rarezas desde el punto de vista occidental), hay que reconocer que los párrafos más jugosos responden a aquellos que trasladan al lector a escenarios de aventura. “Nunca entendí que con la cantidad de peces maravillosos de que disponen, los zorros volantes les puedan encantar tanto a los tongueños –y a otros muchos isleños de los Mares del Sur–. Todos se hacen lenguas de las delicias de un buen murciélago cocinado con coco” (Luis Pancorbo, Son los mares del Sur).

Un excelente complemento a este enfoque literario y aventurero es El mundo en un plato (El País Aguilar), una guía que recorre el planeta en busca de las recetas típicas de cada continente. Así, si uno viaja a Estados Unidos debe saber que uno de sus platos estrella es la langosta de Maine. Esta guía descubre cómo y dónde disfrutar de este exquisito plato.

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