jueves, 14 de julio de 2011

"Una noche en Las Vegas" en el Cultura/s de La Vanguardia

Carles Barba habla del libro de Jaime Rosal Una noche en Las Vegas, en el Cultura/s de La Vanguardia. Reproducimos el artículo a continuación.


Cachorros de la burguesía

¿Se imaginan a Valle Inclán aplicando su lente esperpéntica a la Barcelona pija de los primeros sesenta? Le habría salido un mosaico de estampas no muy distinto del que ha reunido ahora Jaime Rosal. Novela coral, caricaturesca, labrada a retazos, refleja viñetas en torno a unas cuantas familias pudientes de la ciudad, en una época en que Porcioles hacía y deshacía en el ayuntamiento, José Antonio Pamias regía el Liceo, Marta de Moragas organizaba sus subastas benéficas, y los varones de más troíno tenían su peña en el Oro del Rhin, y sus señoras cotilleaban en la tertulia del Tenis Barcelona.

Sobre ese fondo, el autor elabora una tierna y a la vez despiadada crónica generacional, las historias entrecruzadas de una decena de veinteañeros de buena cuna que han ido a dar con sus huesos a Económicas o a Derecho y que (como esa pandilla de tarambanas de I vitelloni de Fellini) en realidad no saben muy bien qué hacer con sus vidas, siempre enervados por una sexualidad beligerante, y más o menos fastidiados por unos papás tan severos con sus retoños como de manga ancha para sus propios caprichos.

La novela gravita alrededor de un frívolo evento social, la puesta de largo de dos hijas de la crème local, las nenas de los Valls Mercader. El fiestorro tendrá lugar en un local de moda, precisamente Las Vegas; Prats-Fatjó corre con el catering; se contrata una orquestina, y se exige rigurosa invitación. Medio relato desgrana los días previos, y la otra mitad se focaliza en el party en sí, al que ellos acuden de esmoquin y las chicas vestidas por Pertegaz y peinadas de Llongueras. Entre la cincuentena de personajes que concurren al baile —donde los lentos se combinan con el twist y el madison—despunta si acaso Santiago Rodés, que se ha echado una novia modelo, flirtea con otra que se deja sobar más a fondo, y acaba reenamorándose de un antiguo amor reencontrado en Las Vegas , lo que da pie a un sinfín de vodevilescos lances. En la Barcelona laxa de aquellas calendas por cierto cada quisque tiene su affaire, empezando por los Valls Mercader padres (Mario ha puesto piso en Sarrià a una cupletista, su señor toma lecciones dobles con el entrenador de tenis). Por no hablar de los pollos de los hijos, que por mor de darse el lote con chavalas que se les ponen a tiro, se meten en unos berenjenales de órdago.

Con una indesmayable mirada bufa, Jaime Rosal relata estos alocados (y rijosos) enredos a ritmo de molto vivace, reviviendo una Barcelona semidesaparecida (la del Crystal City, las granjas Balmoral, el cine Spring…), y abundando en fin en esa melancólica moraleja que emana de La educación sentimental de Flaubert: que de las cenizas del pasado, a menudo lo que más chispea es una noche de jarana en un meublé.

CARLES BARBA

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