Antonio Armada escribió esta reseña de Tan real como la ficción. Herramientas narrativas en periodismo, de Doménico Chipappe, para el diario ABC, y salió publicada el día 9 de enero de 2011. Pronto daremos noticia de las próximas presentaciones del libro...
Los autores de narrativa necesitan imaginación y vivencias para retratar un pedazo de vida y convertirlo en un relato universal y mágico. Los periodistas prescinden de la imaginación a la hora de escribir, pero no a la hora de investigar porque la imaginación puede indicar dónde se encuentran los eslabones extraviados, para ir tras ellos; buscarlos aunque sólo se tenga una corazonada. Y, si se encuentran, sólo si se encuentran, escribirlos. A esta cualidad algunos la llaman olfato». Son observaciones de Doménico Chiappe (autor de Entrevista a Mailer Daemon: No es un seudónimo póstumo de Norman Mailer, sino el tipo que nos escribe desde el hiperespacio de internet para avisarnos de que nuestro mensaje no llegó), útiles para narradores profesionales, tanto de los que se sirven de la pluma para contar historias falsas (novelistas) como verdaderas (periodistas). La imaginación serviría para elaborar una historia verdadera a partir de la foto de Humberto Mayol en Cuba. Primero, ir tras el transportista.
Como la historia que se podía haber escrito topografiando fotográficamente la casa en la que vivió el disidente cubano Orlando Zapata, que murió tras larguísima huelga de hambre. Recuerda Chiappe en «Tan real como la ficción. Herramientas narrativas en periodismo» la diferencia entre veracidad y verosimilitud, y esgrime el pacto, siempre tácito, pero que acaso habría que hacer explícito, con el lector, un pacto que no puede ser el mismo si el que lo firma es novelista o periodista. Sostiene Chiappe: «En el fondo, la ficción tiene el compromiso con el lector de la verosimilitud. El periodismo, de la veracidad. El autor suscribe esos pactos cuando escribe: el ficcionador levanta una historia que aparenta ser verídica, mientras que el periodista rehúye de todo aquello que no consta como sucedido. Mientras que el primero construye a partir de artificios, el segundo realiza un camino inverso y desbroza la historia para desmontar todo lo que parezca falso».
Ese fue el equívoco que estalló como una bomba de tiempo cuando apareció la esmerada biografía que Artur Domoslawski dedicó a su maestro y amigo: Kapuscinski. Non fiction. De ella se deduce, y para ello se aporta documentación incontrovertible, que el gran reportero y escritor polaco fue a veces más escritor que periodista. Como cuando escribió El emperador a cuenta de Haile Selassie, que parece una historia en la estirpe de Franz Kafka. Aunque la herramienta primordial para todo plumilla sea el lenguaje, no lo son los requisitos y la linde la fija la tentadora imaginación. Una sirena que resulta preciosa: a la hora de elegir los temas y las formas narrativas de abordarlos. Pero sin perder jamás de vista la marca de los hechos.
2 comentarios:
Leí la reseña el domingo. Me gustó lo que comentaba Armada y la foto de la portada.
Hay que leerlo
Estamos seguro que 1) te va a gustar, y 2) la lectura te va a resultar útil si te gusta escribir.
¡Muchas gracias!
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