Giobellina Brumana, Fernando: Diarios de la India.
Experiencia de campo con una hechicera brasileña. Barcelona:
Laertes, 2009. 192 pp. ISBN 978-84-7584-652-1.
Precio: € 15.00
Este libro narra en primera persona la “cocina” del primer trabajo de campo intensivo de Fernando Giobellina Brumana, prolífico etnólogo argentino dedicado al estudio de las religiones subalternas brasileñas. En rigor se trata de un diario que relata el comienzo de la investigación del culto umbanda, y más precisamente los vaivenes de la relación de su autor con una quimbandeira llamada “India” – la quimbanda es algo así como el brazo armado de la umbanda, el arsenal dinámico de técnicas de “magia negra” y “hechicería”. Para hacerlo, Giobellina Brumana despliega una paleta de matices que diferencian este libro de sus obras anteriores, más estrictamente académicas. Sin escatimar confusiones, equívocos, asombro, ni tampoco por momentos ribetes de franco humorismo, “Diarios de la India” logra componer una descripción artesanal, por momentos novelesca, de las dimensiones más sensoriales, elementales y primarias del quehacer antropológico -no en vano la única referencia teórica es una obra proto-postmoderna, “La possession et ses aspects théatraux chez les éthiopiens de Gondar”, de Michel Leiris, cuya sombra fantasmagórica anida tras cada recoveco de la trama. Este desmontaje de la alquimia en que se basa la “magia del etnógrafo”, por otra parte, aporta nuevos matices de reflexión sobre el tema turneriano– o más bien van gennepiano– que vertebra la obra científica de Giobellina Brumana: el esclarecimiento en clave religiosa de los fenómenos sociales de liminaridad y marginalidad.
Para contextualizar etnográficamente el diario, el autor presenta un estudio preliminar que resume sus hallazgos sobre las religiones subalternas de Brasil: el candomblé, el espiritismo kardecista, el pentecostalismo radical, el umbanda y su pintoresco panteón policromo compuesto de caboclos, boiaderos, bahianos, marujos, ciganos, exus, pombas gira y pretos velhos. No deja de lado aspectos simbólicos de las religiones marginales, como la disección meticulosa de los panteones, o la importancia fundamental de la posesión y sus virtudes terapéuticas. Tampoco olvida los aspectos sociológicos de los cultos, como por ejemplo los acomodamientos, fracturas y tensiones con respecto a la medicina oficial, la cultura de masas o la política nacional. Pero tal vez lo más interesante del trabajo sea la nítida caracterización de la multiplicidad de cultos periféricos; particularmente, de las relaciones weberianas de complementariedad, subordinación o competencia con respecto a las religiones oficiales, centrales o dominantes. Presos de la obsesión occidental con la pureza teológica, los cultos oficiales niegan toda legitimidad religiosa a los cultos subalternos confinándolos al plano político, criminal o psiquiátrico – en otras palabras, sus agentes jamás leyeron a Durkheim. Carentes en cambio de órdenes jerárquicos estrictos, de ortodoxias dogmáticas, de expectativas disciplinarias de fidelidad y exclusividad, los cultos subalternos no se molestan en poner en duda la legitimidad religiosa de los cultos oficiales; lo que impugnan es su pretensión de monopolizar la vida religiosa.
Este juego dinámico de mestizajes, mixturas y superposiciones –por ejemplo entre catolicismo, candomblé y umbanda– constituye, así, el punto neurálgico del volumen. Podría argumentarse que no se trata de una idea nueva, y que las mismas líneas de fuerza pueden percibirse en cualquier otro juego de relaciones entre misioneros y especialistas religiosos amerindios; pero lo que cabe destacar en este caso, más allá de la finura de la documentación etnográfica, no es tanto el qué sino el cómo, reconociendo el sabor minimalista, abigarrado, casi caleidoscópico con que Giobellina Brumana ha conseguido retratar las religiones brasileñas.
Diego Villar
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