Muerto Bergman y muerto Antonioni, sólo nos queda la Muerte.

El verdadero interrogante es otro; ¿están dispuestos los espectadores a aceptar la lenta disolución hacia la nada de lo que están mirando? ¿Es justo alentarles a creer que jamás asistirán a lo inevitable, que serán otros los que conocerán esa experiencia?
Paolo Cherchi Usai, La muerte del cine, Laertes editorial.
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