TELECASTER CIRCUS (2016) – Jordi Casals
Es innegable que las peores reseñas para escribir son aquellas de las que conoces el autor del libro reseñado, ya sea un amigo, un conocido o un simple saludado. Y es cierto: siempre es más fácil criticar un mal libro de un escritor que no conoces, al que no te importa si le duele lo que dices y a quien no deberás darle más explicaciones si te lo encuentras por la calle (si es que cuando te lo encuentras no te gira la cara o, en algún caso más extremo, te la rompe). Por eso siempre deseas que los libros de los amigos, conocidos y saludados sean buenos. Muy buenos. Para no tener que mentir en la reseña o para no tener que temer encontrarte al autor en algún callejón oscuro, a la madrugada. Pues bien, puedo decir con la mano en el corazón que Telecaster circus, la última novela del saludado, conocido, amigo y biblionauta Jordi Casals… me ha parecido un pedazo de novela.
Telecaster circus nos cuenta dos historias aparentemente desconectadas, pero que acaban convergiendo. Por un lado está la historia de Diego, un guitarrista a quien el amor de su vida acaba de abandonarlo y que debe ganarse la vida haciendo playback en un programa de la tele de jóvenes talentos. Dentro de esta primera historia la reconstrucción sentimental de Diego y, sobre todo, la música, son los protagonistas principales. Por otro lado, está la historia de Tomás y Chiscu, dos pencas del barrio del Raval que heredaron una cutre pensión de su madre y que la han convertido en un hotelito para parejas fogosas (la “Love BCN Inn” ), una especie demeublé por horas. Pero con una particularidad: su espíritu emprendedor les ha llevado a instalar clandestinamente en las habitaciones cámaras de vídeo, para grabar los clientes en sus horas más íntimas. Después comercializan sin remordimientos las escenas más calientes por internet y se ganan una buena pasta. La vida en los barrios y el mundo del pornoamateur son los protagonistas de esta segunda historia.
Casals (miembro de bandas míticas del panorama musical alternativo -en Girona especialmente- como Soul Taja o Komando Moriles, y que actualmente abandera cuando el trabajo, la familia y ahora también la escritura se lo permiten, el grupo de sonidos funktásticos El impasible Jack Kirby) no entiende la vida sin la música, como tampoco la entiende Diego, uno de los protagonistas de este libro. “El” protagonista, seguramente. Por eso la música se convierte en el bálsamo, la medicina, que lentamente lo irá curando de las heridas que le ha dispensado la Vane.
En el caso de esta novela, el hecho de conocer personalmente al autor me ha llevado a apreciar algunas conexiones que, si bien no resultan fundamentales para entender la obra, sí son muestra de la honestidad de Jordi Casals como persona y como escritor. Jordi escribe lo que vive y siente lo que toca (con su Fender Telecaster roja). De hecho, quien lo conozca un poquito se dará cuenta enseguida de que la música es uno de los ejes claves de la vida de Casals. Junto a su familia y a la literatura (en todos sus géneros, desde el Quijote a los cómics de la Marvel y DC), claro. En este sentido, Diego, con sus colegas de la infancia Serji (así, con “j”) y Silvio, con ese respeto reverencial por sus ideales musicales, tan alejados de la basura televisiva que los alimenta (impagables los capítulos donde se destripan las intimidades de estos reality shows que nos intoxican diariamente), representan perfectamente esta honestidad que decía.
Pensó en el irónico título del disco de Zappa: We are only in it for the money.(…)Televisión. Dámelo todo… Tócate los cojones.
Pero no sólo ellos. También los hermanos Chiscu y Tomás la representan, a su manera. Honestidad, ésta, ligada a las preocupaciones sociales del autor y a la añoranza por una Barcelona (“su” Barcelona, ya que él es chavade nacimiento) que se ha rendido al turismo. La trama que gira entorno a Chiscu y Tomás le servirá, pues, a las mil maravillas para hablar de las miserias de esta Barcelona de diseño que ha expulsado a los barceloneses de toda la vida de su ciudad en favor de los macrohoteles y los turistas que vienen a hacer shopping. Añoranza por una Barcelona (la de los yonkis, las putas, el barrio chino), esa Barcelona canalla y carvalhesca, que quizás no era mejor, pero sí más auténtica. Feroz crítica social la que destilan algunas páginas: El Pla d’Usos Turístics, las mafias hoteleras, las asociaciones vecinales…
La música y Barcelona son de nuevo protagonistas, pues, en este segundo libro de Jordi Casals, como lo eran también en su magnífica novela de debut, Muerte por funky (o el Eutanasio). De hecho, ambas novelas tienen innegables paralelismos, empezando porque ambas transcurren en el mismo mundo, esta Barcelona mítica, añorada, auténtica y literaria. También ambas están rellenas de referencias al mundo del cine, la televisión, los cómics y el Barça, en lo que ya es toda una marca de la casa del autor.
Ella no era Mia Wallace, él no era Vincent Vega y aquello no era una escena de Pulp Fiction.
También, en este caso, los capítulos son breves e intensos y, más que capítulos, podemos decir que son tracks, pistas de audio. No en vano cada uno está bautizado con el título de una canción (véase al final la lista de Spotify con el listado completo, gentileza de Marta, por si os apetece escucharla, tal vez mientras leéis la novela). También en este caso los protagonistas son personajes moralmente reprobables, pero que caen simpáticos. Es fácil empatizar con ellos. Diego y su cacao sentimental y Tomás y Chiscu con su negocio de porno amateur son antihéroes contemporáneos. Signos de los tiempos. Como el Eutanasio de su primera obra.
Cansados de recibir humillaciones. De pequeños, para evitar hostias. De mayores, para llegar a fin de mes.
Tampoco la idea de que la vida humana está hecha de casualidades ridículas es nueva en el autor.
Pero si el mundo de Telecaster circus es cierto que es el mismo que el deMuerte por funky, tenemos que decir que algo ha cambiado, en el estilo. Ha evolucionado. Se ha ensuciado. Más allá de otras virtudes, la novela ofrece una excelente oportunidad para aprender idiomas, a base de conceptos como bukake, MILF, hard core o facial, entre otros. Cercano muchas veces a un hilarante realismo sucio, el autor se desmelena (metafóricamente, claro) y nos ofrece un espectáculo estilístico incontenido, con giros argumentales imposibles, de altos vuelos. ¿Es casualidad que suene el My Way de Sinatra o una auténtica declaración de intenciones? Casals aquí es más Casals que en su primera obra, está menos encorsetado, y el resultado se resiente positivamente. Su mundo literario empieza a tomar vuelo, forma, envergadura y ser reconocible por sus lectores a base de todos estos tics, de estas constantes, características propias de los buenos escritores. Veremos…
Desde aquí sólo podemos decir lo que le dijo Palpatine a un jovencísimo Anakin Skywalker: Seguiremos tu carrera con gran interés.
La B.S.O. de la novela, en una lista pública en Spotify:
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