Por qué las series son cultura (os guste o no)
¿Por qué las series se han convertido en uno de los productos culturales más relevantes? Entrevistamos a Conchi Cascajosa, autora de La cultura de las series para reflexionar sobre la legitimación de las series de televisión en el espacio cultural.
Críticos,
intelectuales, académicos, filósofos... todo el mundo habla de las series de
televisión y de la maldita edad dorada que vive la ficción en la pequeña
pantalla. La televisión, considerada por la intelectualidad como cultura
popular, frente a la literatura, el cine de autor o el resto de artes,
consideradas como alta cultura. Una distinción cuestionada por el recientemente
fallecido Umberto Eco.
Ahora
ver series de televisión es un ejercicio intelectual del que presumir, pero
¿Cómo se ha llegado hasta aquí? ¿Cuál ha sido el proceso de legitimación de las
series dentro del espacio cultural?
En
La Script entrevistamos a Conchi Cascajosa, profesora de
Comunicación Audiovisual de la Universidad Carlos III de Madrid, directora del
Máster de guión en cine y televisión, autora de varios libros, como Prime
Time, De la TV a Hollywood, La caja lista: televisión norteamericana
de culto. Casjacosa acaba de publicar La cultura de las
series con la editorial Laertes, un libro que se centra en ese
proceso que ha experimentado la ficción televisiva para la conquista de su
legitimidad.
La
autora articula el proceso a través de tres ejes: el nuevo modelo de
televisión, los autores -a través de la figura del showrunner- y la
crítica.
La
transformación del modelo televisivo engloba no sólo el paso de canales en
abierto, dirigidos a toda la audiencia posible, a otro de canales por cable
-como HBO-, destinados a una audiencia segmentado; sino también el
cambio de modelo que plantea la plataforma Netflix.
En
el ámbito del autor, la figura del showrunner ha logrado
igualar a la televisión -y en algunos casos superar- con el concepto de autoría
del cine. La figura del autor y del creador televisivo, es lo que llamamos showrunner,
la persona detrás de una serie, ha alcanzado tal nivel que las ficciones ya se
anuncian con su nombre de su alma mater. Quizá los tres
ejemplos más representativos de esta figura, como recoge el libro, sean Aaron
Sorkin, creador de El ala oeste de la Casa Blanca; Matthew
Weiner, creador de Los Soprano, y Shonda Rhimes, la
mujer que tiene tres series en una noche del prime time americano, impulsora de
ficciones como Anatomía de Grey.
La
atención de la crítica también ha sido clave para posicionar la televisión en
el lugar en el que se encuentra hoy. Por ejemplo, fue de gran relevancia que la
revista francesa Cahier du Cinéma, fundada por la Nouvelle vague con
Truffau a la cabeza, empezara a tratar a las series de televisión como si se
tratara de cine de autor.
Bauman plantea
que uno de los factores de un producto cultural es la intelectualización a
través de los discursos críticos. En el caso de las series ha habido un boom absoluto
que se traduce en un inmenso corpus de publicaciones en revistas especializadas
en cine, con el surgimiento de críticos especializados en ficción televisiva,
su análisis en estudios y tesis académicos, lecturas filosóficas, sociológicas,
políticas, por ejemplo, el líder de Podemos, Pablo Iglesias, ha
escrito dos libros sobre series y política. ¿Ha sido el factor más importante
para su legitimación?
¿Qué
ocurre en España? ¿Se ha producido también esa legitimación? Según Cascajosa,
la conciencia crítica con las series empezó con Crematorio y Todas las mujeres y
ahora vive un momento dulce con ficciones como El Ministerio del
Tiempo o Vis a Vis.
http://cadenaser.com/programa/2016/03/18/la_script/1458315483_103789.html
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