lunes, 18 de enero de 2016

CondéNast Traveler

MUJERES VIAJERAS ESPAÑOLAS: NUESTRAS EXPLORADORAS DEL SIGLO XXI



3 de 13 —Los Mil y Un Orientes de Ana María Briongos (1946)


Foto: D.R. Texto: Meritxell-Anfitrite Álvarez Mongay — LOS MIL Y UN ORIENTES DE ANA MARÍA BRIONGOS (1946).  Negro sobre negro fue el primer libro que escribió sobre Irán; luego vendría La cueva de Ali Baba. En Un invierno en Kandahar relata sus aventuras en Afganistán, y en ¡Esto es Calcuta! su viaje a Bengala Occidental. Geografías íntimas (Laertes, 2015) es lo último publicado por la escritora. Ana María Briongos es una viajera pausada. “El tiempo para mí es fundamental, poder pasarme un día sentada en la mezquita de Isfahán, sin hacer nada, sólo hablando con la gente que pasa y contemplando aquella maravilla de minaretes y patios”. La primera vez que los vio tenía veinte-pocos. “Estaba de moda viajar a Oriente, los jóvenes se iban en busca de gurús a India como habían hecho los Beatles; pero yo me marché porque estaba cansada de exámenes, de activismo sindical y de una familia que rezaba muchos rosarios. El viaje lo preparé muy rápido; entonces en una mochila me cabía todo: una falda y un vestidito fino, un neceser con lápiz de ojos negro y poca cosa más. Estuve casi un año fuera de casa”. Se quedó prendada de la antigua Persia y regresó para estudiar farsi y literatura en Teherán. “Mi libro de cabecera es El camino cruel, de Ella Maillart. Debía de ser una mujer muy valiente: se fue con una amiga en un descapotable hasta Afganistán en los años 40”. Ana se fue sola porque nadie la quiso acompañar. “Y nunca tuve ningún problema, pero porque he tenido mucha suerte y porque he sido muy prudente”. Procuraba alojarse en casas de familias con abuelos y niños. “Cuando me veían llegar sola les daba pena porque pensaban que no tenía a un hombre que me protegiera… Es cierto que las mujeres han de tener cuidado cuando van por el mundo; yo siempre recomiendo vestirse de forma adecuada para no llamar la atención”. Por lo demás, todo son ventajas para las viajeras occidentales en los países árabes. “Somos el tercer sexo: no estamos sujetas a las leyes estrictas del Islam, podemos participar en las reuniones masculinas y entrar en las cocinas donde los hombres no pueden pasar”. Cuando tuvo hijos dejó un tiempo de viajar. “Estuve bastantes años haciendo de madre…” Pero ahora… “Dentro de nada me voy a la boda de unos buenos amigos del bazar de Isfahán: los hombres se aburren por un lado y las mujeres bailan, cantan y se lo pasan bomba por otro”.

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