Ángela Paloma Martín, autora de Se llamaba Alfredo. Las claves de una derrota electoral inevitable, entrevistada por Susana Hidalgo para Vanity Fair.
- Hasta ahora, ¿podrías describir cuál ha sido para ti tu mayor logro profesional?
Mi mayor logro profesional se basa en la confianza que han depositado en mí aquellas personas a las que admiro, respeto y de las que aprendo a diario.
- ¿Cuál es tu ambición para el futuro?
Seguir cumpliendo sueños, siempre que la pasión y la vocación la empujen a una.
- Si puedes contar alguna anécdota de tus comienzos. (Algún “no” que hayas recibido, metedura de pata, o algo positivo también, alegría por algo logrado…)
He recibido muchos “no” a lo largo de mi vida. Muchos. Y yo creo que un “no” me ha hecho siempre más fuerte. El día 17 de octubre presenté mi primer libro en Fnac Castellana, “Se llamaba Alfredo… Las claves de una derrota electoral inevitable”, junto a los periodistas Fernando Garea y Carlos Hernández. Un día muy feliz. Allí comenté que estaba sentada en ese lugar y presentando ese libro gracias a la confianza de muchas personas, pero ante todo porque nunca me he rendido. Si una puerta no se abre, buscos las que hagan falta para intentar abrirlas. Se podría decir que soy una persona que insisto muchas veces, muchas. Y soy de las que piensan que las casualidades hay que incitarlas. Recuerdo las palabras que me sorprendieron de Antoni Garrell cuando presentó el libro que escribí en Barcelona junto a Pau Canaleta, porque yo no lo hubiese podido explicar mejor: “la palabra imposible no está en el vocabulario de Ángela”. El esfuerzo recompensado siempre es motivo de alegría.
- Un consejo a los jóvenes emprendedores que empiezan en plena crisis económica.
Confianza, seguridad en sí mismos y gestión de su propio talento. Y también unas palabras del psicólogo manchego de la Universidad Carlos III de Madrid, Guillermo Ballenato: “frente al miedo, valor y acción”.
- ¿De quién has aprendido más para dedicarte a tu área profesional? ¿Algún referente?
Soy periodista por vocación, y el ámbito de la comunicación política así como del periodismo político me apasionan. Pero los referentes no tienen nada que ver con ello. Mi referencia son mis padres, dos conductores de autobuses. De ellos he aprendido la constancia, el esfuerzo, el tesón y el levantarse una y otra vez con cada caída.
- Con una carrera como la tuya, ¿hay tiempo para el ocio? ¿Cómo te diviertes?
Creo que hay tiempo para todo siempre y cuando haya un orden. He hecho de mi profesión mi forma de vida y tengo que reconocer que es algo que me hace muy feliz. Mi tiempo de ocio siempre se lo dedico a mi familia y a mis amig@s, porque paso mucho tiempo fuera de casa. Estoy deseando cada vez que puedo coger el coche y viajar, dentro y fuera de España, aprender de cada rincón, fotografiarlo y leer las historias que hay en ellos. Me encanta “achuchar” a mis sobrinos y besarlos, jugar con ellos sin parar. Me encanta, como buena manchega con sangre andaluza, ir de tapeo y probar un buen vino con mis hermanas y mis amig@s. Y tengo que decir que, todo ello, lo disfruto más cuando hay una buena conversación.
- La persona o personas en la que más confías es…
En mis padres.
- Si no estuvieses vinculado al mundo de la política, ¿a qué te gustaría dedicarte?
Escribir, sencillamente escribir… Y creo que todavía no se me ha hecho tarde para una corresponsalia en un país en conflicto. Siempre admiré el trabajo del fotógrafo de guerra James Natchwey.
- ¿Mejor emprender o tener un jefe…?
Creo que depende del tiempo, del contexto y de uno mismo, porque existen personas que llevan en el alma ser emprendedores. Otros dan el paso por pura necesidad, porque no queda otra alternativa. En mi caso particular tengo que decir que tengo mucha suerte de trabajar con Antoni Gutiérrez-Rubí, mucha, y de aprender de él y de todo el equipo de Ideograma. Hay muy pocas personas que tengan la capacidad de sorprender cada día, y una de esas personas es Antoni Gutiérrez-Rubí.
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