miércoles, 18 de abril de 2012

«Los coreanos creen que viven en el paraíso». Antón Castro entrevista a Beatriz Pitarch para «El Heraldo de Aragón»

Antón Castro entrevistó a Beatriz Pitarch —autora de Cerrado 24 horas. Crónica de un viaje a Corea del Norte— para el Heraldo de Aragón. A continuación, podréis leer la entrevista.



Había publicado ‘El chador azul’ (Laertes), sobre Irán. ¿Qué aprendió de aquel viaje? 
Aprendí mucho. Fue un viaje que marcó un antes y un después. Antes me limitaba a ver monumentos y llevarme algunas fotos de recuerdo, ahora viajo siempre con la intención de conocer a las personas. Intentar comprender cómo viven, cómo piensan en sociedades distintas a la nuestra.  

¿Qué le llevó a Corea del Norte? 
Quería descubrir la belleza en un lugar hostil. Todos los relatos que había leído sobre Corea del Norte lo pintaban como un lugar gris y robotizado.Me parecía el destino más horrible para unas vacaciones. Por eso fui. Quería saber si sería capaz de hallar en ese marco algo que pudiera emocionarme de forma positiva. 

¿Por qué ha elegido ese título? 
Corea del Norte es un lugar aislado. Ni los norcoreanos saben exactamente qué sucede fuera, ni nosotros sabemos con claridad qué ocurre dentro. Para el norcoreano medio, la frontera está cerrada 24 horas. No hay posibilidadde salir del país. Y para el extranjero, entrar tampoco es una tarea sencilla. Tener algo cerrado las 24 horas es extraño. Es como si no existiera. 

¿Qué es lo que más le impresionó ahí? ¿La absoluta dependencia del «Amado Líder», quizá? 
Entre otras muchas cosas. Corea del Norte es un destino paradójico en el que muchos aspectos impresionan, para bien o para mal. Por ejemplo, también me impactó el orgullo con el que se muestra el pueblo. Siempre con la cabeza alta: aseguran que son felices por vivir en lo que consideran el paraíso. 

¿Comprobó que para ellos es como la divinidad, el Dios? 
Algún habitante nos lo dijo literalmente: «No creo en ningún dios, solo creo en el Líder. Él es mi dios». El Líder es considerado como un padre, un guía, alguien a quien venerar y honrar constantemente: Kim Il Sung, Kim Jong Il. Lo ven como un protector ante la maldad capitalista y alguien a quien amar por encima de todo. La vida del norcoreano se centra en engrandecer la imagen del líder. También nos dijeron que en la versión de Corea del Norte, los norteamericanos se sitúan en la cúspide de la maldad. 

¿Qué le pareció lo más inquietante, lo más perturbador? 
A veces me parecía estar en un videojuego. Todo era igual. Filas ordenadas para esperar el autobús, sonrisas milimétricamente idénticas para dar la bienvenida, desfiles masivos con una sincronización exacta. Es todo tan perfecto que parece irreal. Eso era inquietante. 

¿Intuyó que existía descontento?
 Los norcoreanos nos explicaban con orgullo su sistema de gobierno. Tanto si lo piensan realmente como si no lo hacen, lo único que pueden hacer es venerarlo.Hacer lo contrario supondría un delito. 

¿Tuvo la sensación de que siempre estaban vigilados? 
Más que una sensación, es un hecho. Hay dos personas durante toda la jornada que se preocupan de seguir tus pasos, ver lo que dices, comprobar lo que escribes y revisar lo que fotografías. Todo el rato.

Se habla mucho de Cuba y de Corea. ¿Cómo definiría usted ese vínculo?
En Cuba hay vida, sexo, música, risa y espontaneidad. Esa parte no la encontré en Corea del Norte. Nodigoquenoexista, pero loque se mostraba al turista era mucho más robotizado. 

¿En qué medida se confirmó lo que había leído? 
Hubo de todo. Confirmé mucho de lo que había leído pero también hubo aspectos que me sorprendieron, comoperderme sola, sin guías, en un parque de atracciones. El balance fue positivo.No repetiría, pero me alegra haber aprendido que casi todo, también en Occidente, es mentira. ANTÓN CASTRO

No hay comentarios: